Bernardo Favaretto
Resumen
Los versos iniciales del segundo capítulo de Génesis (2,1-4a al 2,4b-7), comentados por Filón de Alejandría, describen el Dios inteligible descrito en el primer capítulo del Génesis, y lo compara al Dios sensible del segundo capítulo, para facilitar las sagradas escrituras hebreas a los pueblos de culturas helenistas. La exégesis de los dos textos hebreo, escritos en un intervalo de más de 500 años, nos muestran el camino de un pueblo sumergido en el contexto de culturas que marcaron su historia y su memoria de dos mil años. La segunda parte del estudio quiere presentar unas primeras ideas sobre las semejanzas de las culturas y vivencias de los pueblos originarios, indígenas venezolanos y afro-descendientes, con la idiosincrasia hebrea. Palabras clave: génesis, inteligible, sensible, escrituras, culturas, originarios, pueblos.
Introducción
El siguiente acercamiento entre las Generaciones Bíblicas y las de los Pueblos Originarios Abya Yala quiere ser una primera reflexión sobre elementos comunes entre los mitos bíblicos e indígenas, realzando las grandes injusticias históricas que se cometieron en contra de los pueblos originarios, para someterlos al yugo de los conquistadores y anularlos como personas y comunidades originarias.
Génesis 2,1-7: el Ser Inteligible y el Ser Sensible
Al confrontar el día conclusivo de la creación universal en Gen 2,1-4ª, con el inicio de la creación del Adam en 2,4b-7 se pretende acercar dos concepciones creacionales: la primera, una creación inteligible, consecuencia del proceso creacional en el tiempo de la crea ción primera de ’Elohim, con la creación sensible, fruto de la esencia de la creación, polvo de la tierra o tierra rojiza o tierra primordial o madre tierra, y el hálito de YHVH.
El séptimo día es la herencia que el pueblo de Judá ha ido adquiriendo en el exilio babilónico, en la Babel meda-persa, cruces de culturas semitas e indo-europeas, donde se fraguaron conceptos cosmológicos de “las generaciones de los cielos y de la tierra” citadas en Gen 2,4a. Un ser humano inteligible que asumió el desarrollo cultural-filosófico-helénico del mundo occidental.
Y YHVH-’Elohim modela con el cosmos terráqueo, léase polvo de la Hadamah, y le insufla en las narices el aliento de vida. Es la creación del ser humano sensible, el ser vivo y no simplemente un concepto-síntesis del universo creado o de generaciones cósmicas.
Me disculpo con el lector si mis reflexiones iniciales son un tanto complejas, pero las considero indispensables para sustentar un acercamiento entre las culturas bíblicas occidentalizadas y las culturas ancestrales de la tierra Abya Yala, con semejanzas a los mitos y las creencias afro-semitas.
Una lectura fruto de un percibir, pensar e interpretar los extraordinarios textos bíblicos inspiradores de la creación y de la vida humana, o como escribe Gerhard von Rad: “Un testimonio de la raza humana”, en sintonía con lecturas ancestrales de múltiples pueblos originarios, nos conduce a las primeras manifestaciones de un YHVH-’Elohim que dignifica cada pueblo y a todo ser humano universal. Es el camino que conduce a la fraternidad, fruto de una interrelación dialógica que corresponde al auténtico shalom o totalidad creacional, creaturas del único Padre universal, Padre de todos los hijos/as terrenales.
Esta lectura diferente, como aporte a los excluidos en sus orígenes y en sus culturas, es la que tenemos que elevar como un camino maestro de un futuro posible de justicia continental.
Quiere ser, aunque aparentemente no siga los pasos de muchos biblistas populares que tal vez representen a los únicos intérpretes significativos de América Latina, la continuidad de llevar la Biblia al pueblo pobre, a los excluidos por sus orígenes y por sus culturas –consideradas inferiores, pueblos “primitivos”, para replantear nuevos caminos de vida en plenitud.
Un primer acercamiento al texto de Gen 2,1-7 podemos repensarlo así:
** así se conforman la creación superior y la inferior con todas sus fortalezas y debilidades en el ’Elohim, el día lleno de plenitud, día de descanso, hacedor para contemplar y quedar fascinado y atrapado por la obra que se constituye en el crear primero. Y así ’Elohim se complace, enaltece y hace sagrado el día séptimo, día de reposo creador. Estas son las generaciones del crear de ’Elohim.
** así, a semejanza de la primera creación de los cielos y la tierra sucede el día del crear de YHVH-’Elohim cuando no había vida en la tierra,
** y nada brotaba porque YHVH-’Elohim no ha hecho llover, no ha fecundado la tierra, ni existía un Adam para servir y labrar la Hadamah,
** una fuerza misteriosa, como un vapor, sale desde la Hadamah, la Tierra Madre, y fecunda todo su entorno,
** YHVH-’Elohim, con sus manos creadoras da forma, como el alfarero, al Adam, tomando del polvo rojizo, semejante a sangre generadora del Hadamah, la Tierra Madre, y sopla su propio hálito de vida y llega a ser el Adam, un alma viviente
Como la ‘y’ del verso 1 sintetiza toda la primera creación (Gen 1,1-2,4b), así las cinco
‘y’ de la segunda creación realzan el maravilloso proceso del crear de YHVH-’Elohim del
Adam, desde la Hadamah, con la mem final del Adam que indica multiplicidad y sabiduría creadora, un ser humano ni varón ni varona.
Este texto, inició de una interrelación del ’Elohim consigo mismo (Gen 2,1) y con el Adam como ser humano, al final texto (Gen 2,7b) manifiesta la centralidad del mismo. Las generaciones (Gen 2,4a) תודלְותtôldôt síntesis de la creación primera o la creación inteligible, con la presencia suprema del YHVH-’Elohim unidos en una creación superior, o creación sensible, (Gen 2,4b), que tiene que “sustituir” físicamente esa presencia original del ’Elohim creador: El crear de ’Elohim (Gen 1,1).
Es un cometido que tenemos que asumir para encontrar la presencia de la creación sensible a semejanza de la creación de YHVH-’Elohim en la Tierra Madre o Abya Yala.
Reflexiones sobre el texto y comparaciones con textos bíblicos y Abya Yala 1A Y se completan los cielos y la tierra y todas sus huestes.
La vav inicial del hebreo no es una simple conjunción, sino que induce todo el proceso creacional cosmológico (las aguas de los cielos y las aguas de la tierra) y la unidad de la creación de la Tierra o planeta tierra, en sus múltiples características (cielos, tierras y sus huestes o integrantes de la totalidad de la creación). Efectivamente, la raíz del verbo hebreo kalah הלָכָּ(primera palabra de 2,1) muestra sobrecogimiento, terminación, perfección y si observamos la misma raíz en árabe puede indicar en sentido figurado, exceso de fatiga, extrema pobreza típica de quienes se agotan en su entrega y se anulan completamente y, a continuación, el descanso, el Sabah, llega como una bendición de Dios, un tiempo para reconstruirnos en una verdadera relación creadora con el Dios de la vida.
Los cielos –hashamayim, indican las aguas de arriba –hamayim– y las aguas de abajo (las aguas en todas sus formaciones: ríos, lagos, mares, etc.) y la tierra –ha’ares– en su multiplicidad, que abarca dentro de la pluralidad del verso 1 del capítulo 2, que termina englobando las huestes, los moradores o todo lo que la adorna, como traduce la Vulgata, siendo sinónimo de enaltecer, embellecer, dar forma y fortaleza o ejércitos como traducen el salmo 33,6 y el mismo Isaías 34,2. En este verso 1 la creación representa la totalidad, el absoluto, la belleza y asombro que nos lleva a considerarnos una insignificancia y nos prepara para una interrelación del Adam, fruto de la tierra, con el todo.
1B Y el Adam llega a ser un alma viviente.
El verso 7 completa la auténtica y total creación con la vida divina insuflada a la forma humana trabajada por el alfarero YHVH-Elohim, como custodio y representante para que continuara con la creación que se recrea a continuamente a través de YHVH’Elohim que llueve sobre la tierra y el Adam que labre la Hadamah. Aquí concluye el texto con la y con igual sentido que la inicial que indica una nueva creación semejante a la primera por la totalidad cosmológica pero superior, por ser animada por la misma vida del YHVH superior, unido a la creación primera de ’Elohim entre nosotros.
Es el Viviente del que nos habla el salmo 22,30, a menudo mal traducido, que nos dice que el Viviente regresará al polvo rojizo para ser nuevamente simiente de vida perenne, o Gen 18,10: el enviado habla de un tiempo vivo, del viviente presente, podemos traducirlo por el ’Elohim entre nosotros. Es el “Dios verdadero, el Dios vivo” en Jer 10,10 o la Hadamah sagrada del Dios vivo en Ex 3,5ss.
De esta manera, de la creación primera descrita en Gen 2,1, una creación cosmológica o una creación Inteligible, a una creación Sensible descrita por Filón de Alejandría, la esencia sensible como el polvo rojizo, semejante al suelo del desierto de Parán, y símbolo de una vida que surge con un vigor extraordinario cuando aún no llueva sobre ella.
Veámoslas a continuación: Y se completan los cielos y la tierra y todas sus huestes y el Adam llega a ser un alma viviente. Desde la creación primera, un Adam, se transforma, se ofrece para servir y así llegar a ser un alma viviente.
Quiero reflexionar en conjunto el verso 2 con el verso 7ª, por tener una profunda interrelación entre ellos. Se presenta una aparente contradicción del séptimo día en contra del tiempo indefinido, del shabah o reposo, en contra del hacer mancomunado de YHVH como señor del cielo y de ’Elohim señor de lo creado. Pero, es un reposo creador de una dimensión superior que se consigue a través de un descanso activo que interrumpe el trabajo manual y demanda la total entrega de nuestro ser para conectarnos a lo superior, a través de una relación del conocer y del sentir.
Estamos en el tiempo perfecto, día séptimo, día de “reposo” para el transitar de un crear, de un hacer, de un movimiento acelerado, casi frenético, a una quietud que lleva a un movimiento restaurador del ser profundo, con capacidad de sorprendernos de lo acontecido y de reconocer nuestra limitación. De un resultado imposible, desde lo que somos, lo que el universo entero es o presume ser, a elevarnos, a salir de nosotros mismos para alcanzar otra dimensión que nos permitirá comprender, desde la esencia creadora, del polvo rojizo semblanza de la totalidad creada, a una nueva creación. Una creación superior con la intervención de la reciprocidad amorosa de YHVH-’Elohim.
Nuevamente la y inicial del verso 7a indica y presupone toda la acción anterior para formar, el verbo yaṣar, desde la acción creadora de ’Elohim al ser superior, el Adam, a través del insuflar del YHVH. Es el Adam que conducirá a la primera creación y la acompañará al primitivo proyecto o plan superior, transformándose así en el nuevo ’Elohim. Así, desde la creación primera, un Adam se transforma, se ofrece para servir y así llegar a ser un alma viviente.
3A Y bendice ’Elohim el séptimo día y lo santifica,
3B Y se eleva de la tierra un vapor que baña la superficie de la Hadamah
En el verso 3 se hace nuevamente presente ’Elohim, se hace bendición a través de su acción creadora y se transmite su santidad como sugiere el verbo hebreo piel, que indica y transmite intensidad, solamente puede bendecir quien es bendito y solamente puede santificar quien es santo. Las mismas yiniciales de los dos versos indican comprensión y continuación de los contenidos anteriores y sigue el mismo proceso de profundización de la creación. Desde la creación inteligible expresa las voluntades de bendecir y santificar, que transforman, es el Elohim que facilita la innovación desde su vida. En cambio el verso 6 expresa, procura y facilita nueva vida, en una creación sensible que se eleva aleh(bendice) y baña saqa (santifica) la tierra madre. La bendice, preñándola y santificándola con nueva maternidad.
4A porque cesa ’Elohim de toda la obra creada en su actuar.
4B no existe aún ninguna planta del campo, ni brota aún en la tierra ninguna hierba del campo, porque YHVH-’Elohim no llueve sobre la tierra, ni el Adam que labre la Hadamah.
La segunda parte del verso 3 sugiere que la bendición y la santificación es una consecuencia del sabah, del abstenerse del trabajo manual, desde donde surge la acción creadora. Y el séptimo día, una situación aparente de estancamiento, de infecundidad de la Hadamah debido a la no acción de YHVH-’Elohim que no fecunda con las aguas de arriba ni el Adam que labre la Hadamah. Los verbos claves son el sabah de ’Elohim y llover, matar y labrar ʽabad la tierra. Es la acción mancomunada de YHVH-’Elohim y del Adam. Es un inicio desde la acción amorosa del ser humano consciente hacia el sabat representado como novia ataviada a fiesta.
Estos dos versos hacen de corolarios perfectos a la acción integradora de la totalidad de la creación inteligible, refigurada en las generaciones de los cielos y la tierra, dando de esta forma inicio a una creación Sensible en el tiempo, por la creación superior de YHVH’-Elohim
5A Estas son las Generaciones de los cielos y la tierra cuando fueron creadas.
5B En el día que YHVH-’Elohim crea tierra y cielos
Las traducciones bíblicas normalmente hablan de historias u orígenes de la creación y no consideran la palabra tôldôt como generaciones vivas, semejantes a las humanas, pero la traducción King James sí lo hace. El significado simbólico de las dos raíces hebreas de tôldôt, tl y dt realzan una historia humana vinculada a su creador; la primera raíz y la segunda son un caminar humano proyectado al futuro. Solamente en dos ocasiones se usa la palabra tôldôt con escritura plena, o sea con las dos vav, la primera en nuestro texto (Gen 2,4a) y la otra en Rut 4,18 donde se realza las generaciones de David; mientras que las otras veces se escribieron con escritura defectiva, sin una de las vav. La primera vav no aparece en las generaciones de Esaú-Edom y las de Jacob. La segunda vav está ausente en otros sietes versos que hacen memoria de las generaciones de los patriarcas, y solamente la última de ellas se refiere a la generación de Aharon-Moisés. Finalmente, se encuentra una sola vez sin las dos vav en Gen 25,12, que recuerda a las generaciones de Ismael, hijo de Agar. Es difícil no pensar que no es circunstancial el uso de la escritura plena y de la defectiva del término tldt (generaciones). Ciertamente, cada forma indica la valoración superior o inferior que el pueblo hebreo atribuía a sus antepasados.
Para nuestro estudio adquiere una gran significación que las tôldôt (generaciones) de los cielos y de la tierra se presenten como la creación Inteligible que nace de la extraordinaria manifestación del poder creacional de ’Elohim, en sintonía con el entorno de las sinagogas del resto de los exilados en Babilonia, la mayoría que no quiso regresar, y que continuó siendo la principal fortaleza de la época pos-exílica. Y además en sintonía con las generaciones davídicas representadas en la hierocracia judaica colocadas allí, en la estupenda novela sagrada de la moabita Rut y escrita en el mismo periodo.
La segunda creación presenta el tiempo real que empezó a correr desde la creación cósmica. Por eso inicia con: En el día que…, indicando un tiempo bíblico indefinido, el polvo rojizo, semilla viva, apta para ser Adam, ser viviente, humano erguido para comunicarse con lo alto y adquirir la sabiduría necesaria para conducir lo creado. En hebreo, la raíz día se escribe iyom y es una raíz inusual con el sentido de meditar, pensar, propio del tiempo inicial, desde el sabah o “reposo creador”, un tiempo necesario para algo inusual dentro de la cosmología de entonces. Los escribas, aprendices del mundo medo-persa, lograron unificar extraordinariamente la síntesis del crear de ’Elohim, una creación Inteligible, con la síntesis de la creación del YHVH-’Elohim, primitivo mito de Canaán, en el modelar el Adam desde la Hadamah y transformarlo en alma viviente, hacedora del crear a semejanza de la tri-unidad superior.
Pueblos originarios indígenas y afro-americanos: desde el ser sensible al ser Inteligible
a. Indígenas venezolanos
Me propongo trazar un acercamiento al mundo Abya Yala, desde la realidad cercana del territorio venezolano con una proyección a las culturas andinas. Muchas incertidumbres acompañan mi propósito y tuve la tentación de proponer a otro la presentación de esta segunda parte, alguien autóctono, conocedor del mundo indígena venezolano.
He decidido no hacerlo porque serían dos artículos, con diversidades significativas, alejando la posibilidad de una propuesta dialógica entre las dos partes o culturas aparentemente extrañas entre sí. Una fuerte crítica a los invasores la hizo Eduardo Grillo (1991:51), citado por Carlos Milla Villena en su libro Ayni (Lima 2007, p 264): “A pesar de todo, los hechos revelan que el modo de ser de los invasores fue rápidamente comprendido por los Andinos, a pesar de lo extraño que resultaba, pero jamás fue aceptado. En cambio los invasores no han sido capaces de comprender la Cultura Andina”.
Mi sencillo propósito no es presentar las culturas Andinas y Mayas, con sus desarrollos cosmológicos que a semejanza del primer capítulo del Génesis nos llevan a una creación Inteligible, mientras los pueblos cercanos, llamados “primitivos”, sin la preocupación de grandes obras vivieron esa creación Sensible muy cercana a la naturaleza, que se desarrolla desde y con la naturaleza, en una armonía que sabe unir todos los elementos creados de que disponen, dentro de su cosmovisión hecha comunión. Es la creación Sensible o el vivir desde una humanidad sensible.
Muchos conceptos he tratado de unir en pocas palabras, siendo mi propósito aclarar que las ideas comunitarias del mundo Abya Yala están muy en sintonía con la realidad originaria de la manifestación de Dios en los textos bíblicos, que nosotros llamaríamos con más propiedad la manifestación del Demiurgo, un ser lejano, pero no por eso falto de verdad y realidad. Una presencia mítica que cada pueblo o etnia denomina con sus propios nombres por nacer de su entorno de vida. No será el mismo que reclama el escritor del Éxodo cuando dice en Ex 3,5ss: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”, y añade Mt 22,32: “Él no es Dios de muertos, sino de vivos”. La palabra hebrea haiah, en Ex 3,14, sintetiza en nombre de YHVH, que conjugándolo al imperfecto da continuidad a su presencia con el pronombre ‘yo’, “soy el que soy = ֧ehieh. Podemos parafrasear ese nombre diciendo: ‘yo soy tu hermano árbol, soy la Madre Tierra, soy Sangre que surge y que emana hasta formar ríos reuniendo a la totalidad de la vida en un mar sin límite’. El ‘yo soy’ es el espíritu que penetra todo el universo y se hace creación y vida superior. Esto ciertamente no es sincretismo, sino comprensión de la manifestación primordial del Dios de la vida que continúa al presente. Escoger algún texto creacional con semejanza a los bíblicos no es fácil, por pertenecer a creencias profundamente radicadas, que transmiten a través del acontecer diario y de una vida dialogal con su entorno cosmogónico que no está en contraposición de lo que llamamos “religión natural”. Lo que nos sorprende son los miles de cuentos de los pueblos indígenas venezolanos, cuentos a menudo fantásticos, donde se mezcla con naturalidad el ser humano con los animales, las plantas comestibles, las medicinas, lo bueno y lo malo dentro de la sabiduría popular, con el cometido de enseñar a vivir, favoreciendo una comunicación vital con toda la creación.
Ellos producen un equilibrio de vida con ritmos ligados al trabajo, la caza, las comidas, el día y la noche, el sol y la luna, la lluvia y la sequía, el nacer y el morir, el amor y el desamor, el compartir y la defensa de su entorno.
Solamente el convivir con ellos permitiría comprender, no solamente sus costumbres, sino su sentir y sus creencias que modelan sus vidas, a menudo inconscientemente. Hay certezas ancestrales que se respetan como la esencia de la vida que nos transmiten los sabios como regla de vida necesaria para enfrentar los momentos más difíciles de la vida.
No se puede hablar en forma genérica de las más de cuarenta etnias o pueblos indígenas que moran en Venezuela desde tiempos inmemorables, sino del pueblo Pemón, perteneciente al grupo de los Caribes, que habita el Altiplano Guayanés, impropiamente llamada la Gran Sabana. Allí los pemón habitan en los cerros o parte alta del territorio que linda al sur con Brasil, al este con Guyana, al norte con la cuenca del Orinoco y al oeste con la Amazonía o floresta de la gran Amazonía.
De la misma manera que Filón de Alejandría, con su extraordinaria interpretación de los textos bíblicos, de cultura hebrea-afro-semita, logró orientarme a la comprensión bíblica del mundo helénico, así será el misionero Mariano Gutiérrez quien me servirá de guía para comprender un poco la cultura pemón y acercarme a las manifestaciones simbólicas de los mundos hebreo e indígena.
El término Pemón, gentilicio y esencia de ese pueblo, que integra la cosmología como la cosmogonía en la vivencia con su entorno. Gutiérrez escribe: “El pemón no habla del ‘mundo’, sino de los seres vivientes que se pueden agrupar en ‘categorías’: Pementón, los hombres (pemón), como punto de referencia para todos los otros; katarenkón, los seres de arriba (cielo y aire); Tunarincón, los seres del agua (ríos, lagunas, mar, nubes); Nonponkón, los seres de la tierra (curros, sabanas, selvas)”. Estas categorías están en sintonía con las Generaciones de los cielos y la tierra de Génesis 2,4a. Continúa Gutiérrez reportando: “Un anciano decía: ‘nosotros no lo sabemos bien, pero en tiempo de los ancestros todos los seres eran personas y como personas se relacionaban entre sí’”. En su lengua lo enuncia así: Pia-to dakai tukare re epuetipue pemón pe. Es esta afirmación apodíctica el fundamento de todo su pensar, de todo su vivir, en lo personal y a todo nivel, y su relacionarse con todos los demás seres, ‘un mundo-en-torno’. Es la gran verdad del mito que explica suficientemente toda su vida. Más adelante el mito adjunta: “todos eran personas: cuanto existe como animales, plantas, montes, ríos, pozos y chorrera, la laja, el aire, el rayo, la casa, el fuego, la puerta, la ventana, el asiento, el horcón, el rincón. Todo lo físico como lo imaginario”.
Y a continuación, algunas referencias importantes de M. Gutiérrez: el tiempo no existe, hay un inicio primordial: el de los ancestros, de los primeros, de los vivientes, pero también el presente es lo primordial, todos son seres vivientes. Los ancestros representan el espíritu que sigue vivo en todo lo que pe = persona, con su propia identidad, no importa que sea humano, animal, vegetal y agua-tierra-roca. Tiene su personalidad y por eso es humano, es ser viviente. Pemón = hombre es pemón-pe, o sea hombre-persona. Su personalidad es el alma que persiste en el tiempo, es el amor que no muere, el ser vivo o seres vivientes.
Para el Pemón, la dimensión religiosa abarca todo su entorno, todo es sagrado. Al principio existía lo bello-bueno-verdadero, arquetípico indefinido al cual hay que hacer referencia y que, en ocasiones, ha venido a menos por el nacimiento del mal, representado en la envidia primordial.
El piache, piasán en idioma original indígena, es el guía espiritual que sólo unos pocos alcanzan a ser después de una larga y exigente preparación. Él es el curandero que sana, sea de las enfermedades, como de Kainamé, dios o principio espiritual del mal. Lo sagrado arropa toda la vida que, a veces, es aprovechado por piaches sin escrúpulos.
Su referencia al pasado como el tiempo ideal que se debe alcanzar a través de una vida donde el respeto al otro como persona o pi es necesario para el convivir. El baile, acompañado con el canto, hace memoria de lo trascendental, de lo primordial, de un respeto profundo de todo su entorno. Es un baile acompañado con cantos, cantilenas o mantras, donde todos los seres humanos tienen cabida, todos los seres que aportaron sus vidas para el pueblo, también los héroes cristianos pueden hacer parte de ese mundo mágicovivencial. Los tepuies, mesetas que se yerguen como montañas majestuosas en la Gran Sabana, consideradas las formaciones expuestas más antiguas del planeta, representan la sede de lo sublime, de lo sagrado, que no se pueden violar impunemente.
La madre común para los pueblos indígenas es la tierra, la hermandad es la creación, la casa común es la churuata o casa comunitaria, donde nace y crece la vida, donde se consolida un sentir con el roce del amor, del crecer juntos, del trabajar y bailar en sintonía. Esa es Abya Yala, la Tierra Madre.
Del dios visible de los pueblos originarios al dios invisible de las culturas andinas
Creo importante tratar de abarcar en mi breve reflexión de las culturas andinas, sin pretender excluir otras, a los mayas, por su desarrollo cosmológico que favoreció las grandes construcciones y símbolos como expresión de culturas que consideramos impropiamente superiores.
traté de ofrecer un acercamiento a la semántica del Ayni, presentada en forma excelente por Carlos Milla Villena, como el camino de unidad universal ya citado arriba: “la reciprocidad como vivencia ancestral de los pueblos originarios del norte y del sur, de la estrella del Norte y de la estrella del Sur, es una propuesta de la Pachamama para el mundo”. Solamente quiero hacer referencia a la geometría fractal presentada por Milla donde, en la p. 243 del libro antes citado, en la nota de pie de página así la define: “¡Regresa el origen, reemplazando las coordenadas cartesianas por la URDIMBRE y la TRAMA del TELAR DEL UNIVERSO! Los revolucionarios conceptos de la nueva ciencia, aún desconocidos por la mayoría, enseñan la disciplina de la “PROGRAMACIÓN EMERGENTE”, que trata de saber por qué la naturaleza tiende a originar formas que se soportan sobre sistemas caóticos,
acercándose así, cada vez más, a la Sabiduría Hamauttica que entendía el equilibrio estático como productor de la muerte y al equilibrio dinámico del caos como a la energía engendradora de la Vida”.
Milla continúa su investigación presentándonos temas coincidentes como la geografía sintética, el solitario reflejo del cosmos, la ciencia astronómica, el retorno del país de la utopía, para coincidir al fin con Teilhard de Chardin y acordar la unidad del Espíritu Humano, donde todos los elementos humanos presentan la potencialidad de influenciarse.
Y en mi ponencia afirmo la necesidad de un renovado Ayni andino y la Yadaʽ bíblica. Una confrontación para alcanzar la reciprocidad que nos sugieren nuestros orígenes ancestrales y afro-semitas.
Afro-descendientes
Si ha sido para mí atrevido hablar de las culturas indígenas Abya Yala, aún más lo es el hablar de la cultura afro en América, y me atrevo a hacerlo por la necesidad de abrir un camino necesario y oportuno en el momento histórico que nos encontramos.
Ciertamente un acercamiento al mundo afro parece lejano en el tiempo, incomprensible e indescifrable; en cambio, existe una interrelación profunda, íntima, “natural” entre el mundo afro y el mundo semita. El YHVH, Dios de vivos de los textos bíblicos, es el mismo Dios que persiste en la historia de los pueblos africanos, son los antepasados, los ancestros que siguen vivos. Allí, al lado de su gente, con sus vidas llenas de justicia, hermandad y solidaridad.
Desde hace años he tratado de descubrir y asumir las raíces afro-semitas de las Sagradas Escrituras, y lentamente se han ido revelando y exhibiendo como un alma común. Las profundidades del África Negra muestran un surgir de vida que emana desde las tierras ardientes, colmada de vida y proyectadas a un futuro henchido de plenitud.
Si decimos que África se mueve con el tam tam de los tambores, un sonido onomatopéyico que pudiéramos simbolizar la última letra hebrea de la tav que indica un futuro de plenitud con la letra mem que reúne un mar de sabiduría, así en el toque del tambor en la tierra Abya Yala se reconoce la sangre de múltiples pueblos africanos presentes entre nosotros.
La fragmentación de los pueblos traídos desde África y esclavizados en esta “tierra de comunión”, parece ser las simientes cargadas de vida exuberante, como sus tierras de origen, para consolidar pueblos constructores de una humanidad renovada que solamente los pueblos de América pueden ofrecer.
Como para los aborígenes de Abya Yala, la Tierra es Madre y la Casa Común el vivir humano, así para los pueblos de África el Baobab es el símbolo de su ser y su vivir. Cuán equivocados estuvieron los antropólogos y sociólogos europeos al catalogar las religiones africanas como religiones animistas, o sea inferiores, “primitivas”. Pero, al mismo tiempo, sin querer, colocaron las religiones africanas en la esencia de su ser en cuanto la situaron dentro de la esencia de la creación, su naturalidad expresada en el YHVH-’Elohim del Gen 2, 7. Allí se narra: “Y YHVH ’Elohim forma y modela al Adam del polvo rojizo e insufla en sus narices aliento de las vidas”. Hemos visto que el mundo indígena pemón-pi, el pi como persona, abarca toda la creación como personalidad individual, y podemos traducir personalidad por ánima y entonces religiones animistas o con personalidad.
El baobab simboliza, no solamente el árbol que cobija, la casa, sino también el alimento, la medicina y la protección. Un “ser” que representa la vitalidad de los pueblos africanos y la sensibilidad de su humanidad. Su origen está en el Centro de África, con amplia distribución por el continente. Es considerado el árbol sagrado, sus hojas se consumen, la pulpa de los frutos se utiliza para la elaboración de bebidas ricas en vitaminas B1 y C, los brotes tiernos y las raíces de los ejemplares jóvenes se comen como si fueran espárragos y la corteza posee propiedades febrífugas. Los árboles adultos se abren, dejando un gran vacío en su interior, permitiendo dar cobijo a humanos. No puedo dejar de citar la simbología que nace de la bet o bait, letra hebrea que indica casa. Las tres B que conforman la palabra baobab indica tres casas, la de la creación, la de humanidad y la de los ancestros que siguen acompañando al ser humano. La Biblia, en Zac 2,12, puede ver reportada una sola vez en toda la Biblia la palabra תבבבbbbt que se traduce por ‘pupila’, o como decimos en español, la niña de tu ojo, para indicar lo más precioso. Y las tres B terminan con la última letra del alefato hebreo, la tav, que significa el fin de un nuevo inicio de eternidad. Son entonces las generaciones del Gen 2,4a que abarcan a toda la creación (ver arriba).
Los descendientes de múltiples naciones africanas siguen aportando valores y fortalezas a los pueblos de Amerindia, y además sus creencias son fundamentos en la continuidad de la vida de los ancestros y la certeza de la presencia sublime de un Dios Padre de todos. Los afro-descendientes han asumido la fe cristiana no como un sincretismo, al menos en sus inicios, sino como realidades que aceptan e integran en una fe con orígenes comunes y aportan la fortaleza de una libertad humana, se apoya en la fe en un creador que conminó al Adam a ser co-creador por ser hijo/a de Dios, y por lo mismo con derecho y deber de ser libre y liberador de lo cosmológico y cosmogónico.
Apenas he ofrecido algunas orientaciones sobre los orígenes de las culturas de los afro-descendientes, con la certeza de que los movimientos y los progresos de las investigaciones aportarán conocimientos importantes para que los pueblos Abya Yalas consoliden sus propias idiosincrasias. Identidades que puedan tener un caminar propio en todos los ámbitos de las ciencias, del conocimiento y de las metodologías educativas con fundamento a las experiencias que ofrece el “Dios sensible” recogidas en los textos de las Sagradas Escrituras.
No puedo dejar de recordar palabras proféticas de Pablo Richard, escritas en el 1998: “Hay que considerar la historia de la teología latinoamericana o amerindia, o sea la teología de los pueblos indígenas antes de la conquista y de la creación teológica indígena durante la colonización. La teología, a partir del indio, sea la dimensión histórica (como punto de vista metodológico y hermenéutico), tanto como los contenidos, no está todavía introducida en nuestra teología latinoamericana. Aún más, cuando se acerca la celebración
del así llamado “descubrimiento” de América, en el 1992, se ha vuelto más urgente y necesario, descubrir nuestras raíces y, a partir de allí, repensar toda nuestra teología”
A nosotros que nos esforzamos en el conocimiento bíblico, nos corresponderá facilitar el descubrimiento del Dios Inteligible, no para alejarnos del Dios Sensible, sino para consolidar una humanidad en comunión con la Pachamama plena del Espíritu de Dios y deseosa de caminos respetuosos de todos los pueblos, y en la certeza de que una denodada lucha por la justicia primordial nos llevará a aprovechar las enormes riquezas de las culturas originarias ancestrales, para un mundo de paz y de ecuanimidad.
Bernardo Favaretto
bernardofav@yahoo.com
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